6 de septiembre de 2010 a las 12:03

Les comparto algunas ideas acerca de este tema. En realidad es un ensayo que escribì para mi clase de Derecho Constitucional, que por cierto tuve el gusto de recibirla con uno de los mejores constitucionalistas de Guatemala, el Lic. Gabriel Orellana.

 

En el marco de la conmemoración del XXV aniversario de la promulgación de la Constitución Política de la República de Guatemala se ha despertado toda una discusión pública acerca de la necesidad o no de realizar reformas a la Carta Magna.

 

En Latinoamérica, luego de vivir bajo regímenes autoritarios, por no decir sangrientas dictaduras militares, como fue el caso de algunos países,  América Latina tiene poco más de dos décadas de tener gobiernos civiles electos directamente por el pueblo, lo que conlleva una serie de situaciones propias del ejercicio democrático.

 

En Guatemala, para cuando fue promulgada la constitución en 1,985, se estaba saliendo de los gobiernos militares, el país estaba siendo golpeado por el conflicto armado interno, producto de entre otras situaciones, de la Guerra Fría; escenario que se prestaba para violaciones a los derechos humanos. En ese entonces, la Cartoral.ta Magna que se redactara tenía como una de sus principales funciones proteger a los guatemaltecos de la acción punitiva ilegal del Estado, es por esta razón que surgieron instituciones tales como: La Procuraduría de los Derechos Humanos, La Corte de Constitucionalidad y el Tribunal Supremo Electoral.

 

La Carta Magna únicamente tenía siete años, cuando en 1992 a causa del autogolpe de Estado del entonces presidente Jorge Serrano Elías, sufrió un ataque contundente, cuando Serrano intentó abolirla, sin embargo la reacción de la gente y el buen ejercicio de la Corte de Constitucional, entre otros aspectos, no se lo permitió, la Constitución ganó la batalla en esa oportunidad, sin embargo, debido a este hecho político la Constitución sufrió algunas reformas en 1993.

 

En 1993 la reforma constitucional fue exitosa, no sucedió lo mismo en 1996 cuando a raíz de los Acuerdos de Paz se justificó la presentación de iniciativas de  modificación, en esta oportunidad hubo una escasa participación ciudadana y se presentó también, entre otros aspectos, una prematura lucha electoral, lo cual dio como resultado un referéndum que disto mucho la consulta para la reforma.

 

No obstante, las reformas hechas a la Constitución en 1993 promovida por el Ex presidente De León Carpio, transformaron la Carta Magna de 1985. A criterio del Ex Presidente Vinicio Cerezo, dicha reforma manejada por grupos de interés logró: a)reformarla para aumentar el poder de estos grupos y beneficiarse económicamente, protegiendo sus intereses vía la Constitución; b) disminuyeron el poder del Estado, prohibiendo en forma definitiva la reelección presidencial, disminuyeron el periodo presidencial a 4 años, lo mismo sucedió con el período de los diputados quitándole el poder a los políticos; le quitaron el poder al Presidente de la Corte Suprema de Justicia obligando a la elección cada año, lo que hace que pierda posibilidades de controlar al organismo judicial; c) volvieron al sector financiero el sector más poderoso de la sociedad y de los grupos económicos, cuando le quitan la capacidad económica al Estado, pues prohíben que el Banco de Guatemala le preste dinero al Estado con la excusa de que rompía la estabilidad macroeconómica, obligando al Estado a prestarle a los Bancos a un interés muy alto (más del 13 %), creando un aumento de la deuda interna y evitando por las altas tasas de interés que el país se desarrolle adecuadamente, haciendo al Estado dependiente del sector financiero y enriqueciendo a este con el dinero del Estado sin necesidad de correrse riesgos; el mismo efecto se podía haber logrado sin una medida tan drástica;

 

La Constitución Política representa la piedra angular del sistema jurídico de Guatemala, diversos grupos como ProReforma, por ejemplo, ha intentado impulsar una reforma a la Constitución, la cual fue aceptada por la Comisión de Asuntos Legislativos del Congreso de la República de Guatemala; el presidente Álvaro Colom ha manifestado la necesidad de reformarla, sobre todo después que Carlos Castresana de la CICIG indicar tal necesidad, sobre todo en los temas de seguridad y justicia; incluso algunos dirigentes políticos como el general Otto Pérez Molina ha incluso ofrecido que durante “su gobierno” se convocaría a una nueva Constituyente para modificar la Carta Magna.

 

En el Artículo 277 del Capítulo Único de Reformas a la Constitución, se evidencia los requisitos que tendrían que cumplirse para propiciar la reforma, la cual según lo expuesto en los apartados es totalmente viable, una vez se respete lo que allí se menciona. Por otro lado está lo que comparten muchos grupos de la sociedad, acerca de la pertinencia de una reforma, que se justificaría en las nuevas realidades sociales y económicas que atraviesa el país.

 

Sin embargo, hay otra corriente que se niega rotundamente a una reforma constitucional, entre otras razones, por miedo a que ocurra como en otros países de América Latina, cuyas reformas se han prestado para que grupos populistas las manejen a su antojo; también hay quienes afirman que no se necesitan modificar las leyes sino que cumplirlas. Los que se inclinan por esta corriente afirman que el defecto más grande la Constitución es su falta de cumplimiento, puesto que como texto encierra una serie de principios y normativas que ayudarían a que las cosas marchen de mejor forma en el país, pero es eso precisamente lo que impide que la Carta Magna tenga el peso que debe en los procesos del país, el cumplimiento.

 

Es esa falta de cumplimiento el que genera la percepción de que Guatemala está en otra sintonía que la de la Constitución, generando la sensación de que es necesario empezar de nuevo con una nueva Carta Magna.

 

Ahora bien, los cambios en las Constituciones no son nuevos. En 2009, Elkins, Ginsburg y Melton, profesores de la Universidad de Illinois,  se propusieron documentar en Latinoamérica, país por país, todas las reformas que han sufrido las Constituciones en 220 años de historia.  Según los autores el fenómeno no es fortuito, la “reformitis”  se sufre desde que se inició con el uso del régimen constitucional como pilar del Estado, a finales del siglo XVIII.

 

Según los profesores en el mundo se han creado o enmendado de manera significativa 803 constituciones desde que se aprobó la primera ley en Estados Unidos en 1,789.  De ellas, 308 ó casi el 40 por ciento, se han registrado en América Latina. Dato significativo si se tiene en cuenta que la región representa menos del 20 por ciento del total de los países del mundo. Europa Occidental, para ponerlo en contexto, ha visto nacer a 127 Constituciones para un número inferior de países.

 

En América Latina el país que más Constituciones ha tenido es República Dominicana con 32, le sigue Haití con 28; mientras Venezuela y Ecuador registran 26; les siguen con números inferiores Perú, Honduras y El Salvador. En contraste Colombia registra 8 y una de ellas, la de 1886 duró más de 100 años; la de México por su parte cumplió 90 años; la de Costa Rica data de 1949; por su parte,  la de Guatemala está cumpliendo 25 años.

 

El estudio es interesante y conduce a varias reflexiones… ¿Existen diferencias significativas en los países que han modificado la constitución tantas veces? ¿Se ha cumplido la ley? ¿Por qué son tan inestables las Constituciones? ¿Qué sucede en los países que realizan menos cambios?

 

Es cierto que con el paso del tiempo las circunstancias de los países cambian, pero acaso las leyes, al menos la mayoría, no están capacitadas para ser reinterpretadas por quienes compete tal función sin modificarse, es decir, en caso contrario todas las constituciones estarían destinadas a la muerte.

 

En Estados Unidos por ejemplo, la Corte Suprema ha tenido la facultad y capacidad para adaptarla a los tiempos. Otra reflexión necesaria recae en una observación precisa del sistema político del país y cómo la Constitución limita algunos espacios, por ejemplo, los países que permiten la reelección de los gobernantes no se ven tentados a modificar las cartas magnas. En Latinoamérica, como se mencionó al principio de esta reflexión estuvo golpeada por gobiernos militares que reprimían los derechos de las personas, por esta y otras razones, en muchos países se prohibió la reelección presidencial, ese tema por supuesto es motivo de un ensayo totalmente diferente, pero es una de las causas que la autora ve como motivo recurrente para la reforma en estos países.

 

Luego de recorrer de forma muy superficial Latinoamérica regresemos a Guatemala.  Me preocupa que los problemas agudos que enfrenta la sociedad sean vinculados directamente a la Constitución, en el sentido más instrumental, puesto que comparto cierto puntos de los que dicen que las actuales leyes no se han cumplido, cómo podemos evaluar que no han funcionado si no se les ha puesto en práctica.

 

Por otro lado, el desconocimiento de la Constitución es alarmante. A 25 años de la Promulgación de la Constitución Política de la República de Guatemala no ha existido un programa continuado en el tiempo que incluya estrategias de comunicación para que todos y todas conozcamos la Carta Magna. Aunque no es posible alegar ignorancia de las leyes, me inclino que un mejor conocimiento de todos los sectores y procesos adecuados de educación, nos llevarían a respetar el cumplimiento de la ley, pero de momento ni siquiera en las Universidades se estudia la constitución en todas las carreras, pensemos entonces lo que ocurre en el sector primario y secundario.

 

Al desconocer la constitución, sobre todo los jóvenes somos un grupo vulnerable propenso a ser arrastrados por corrientes de opinión pública de cambios a la Constitución que en algunos casos, como ciertos puntos que plantea ProReforma, por ejemplo, limita la participación de los jóvenes, pero hay cientos sino miles que la están apoyando a ciegas, me pregunto si se han puesto a pensar en todos los aspectos con detenimiento.

 

En conclusión, desde mi punto de vista, una reforma no sería del todo mala, siempre y cuando los contenidos sean objetivos y realmente aportaran cambios significativos a la forma de operar del Estado, proveyéndole de mayores instrumentos para cumplir, con todo lo que eso implica,  con el objetivo final de la Democracia que es el bien común, así es el bien de la mayoría, en un sano ejercicio del poder, que no puede ser concentrado y tampoco puede existir una cultura de privilegios y ojo que los privilegios no los tienen únicamente los políticos, de hecho se les han ido limitando en el tiempo, están también en el sector privado que determina de forma considerable el destino del país y los modelos de relaciones político-económicas.

 

Sin embargo, abogó por explotar las leyes que no se han puesto en práctica, porque no se puede juzgar como inservible algo que no se ha utilizado, valdría la pena revisar qué puntos merecen ser adecuados a la realidad, si es que una reinterpretación no puede hacerlo, por ejemplo, por qué en Guatemala no podemos tener reelección, claro que existen muchas respuesta, pero considero que se limitan las posibilidades del país al prohibirla, ni siquiera de los candidatos o de los funcionarios, pero ese es asunto de otro ensayo ; por otro lado apuesto por un programa a nivel nacional que de a conocer la constitución en todos los sectores, pero principalmente en el ámbito educativo a todo nivel, es casi un crimen que no conozcamos la piedra angular del sistema jurídico del país en el que vivimos.  Es así como en la celebración de los 25 años de nuestra Constitución seguro todos tendremos muchos puntos acerca de los cuales reflexionar. Guatemala es un país que demostró en 1985 que es capaz de generar pactos sociales, estamos en el momento de cumplirlos.-

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